El Alma de la Nación


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Por Patricia Ferrada Montecinos
Son hechiceros, vampiros, elfos o guerreros… Disputan batallas campales enfrentando enemigos malignos, piratas o monstruos. Sus armas suelen ser dados, un mazo de naipes, el mouse, o el teclado del pc. Pero la imaginación es siempre el denominador común. Los juegos de rol, de cartas coleccionables, de estrategia o videojuegos son hoy la sensación entre adolescentes y adultos jóvenes, quienes en gran medida se inclinan al placer lúdico, aunque los tilden de inmaduros.
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Jugar ha sido el pasatiempo clásico de los más chicos. Son los niños quienes se entretienen con autitos o muñecas. Sin embargo, los adultos nunca dejan la diversión aunque les pasen los años. Para los expertos, el juego es un medio catalizador de las emociones, libera tensiones y facilita la expresividad. En la actualidad, lo audiovisual, internet y la globalización están transformando las formas de entretenimiento para los adolescentes y adultos jóvenes, muchas de ellas inspiradas en el animé (dibujos animados japoneses), el cine bizarro y la literatura fantástica.
JUGANDO EN PRIMERA PERSONA
Desde la más tierna infancia hemos participado en juegos de rol. Ya sea el papá y la mamá, el policía y los ladrones, o la profesora. Sin embargo, los “juegos de rol” de los adultos, tienen nuevas aristas que los hacen diferentes. Ante todo, el “rol” es un gran teatro, donde los actores son los mismos participantes que imaginan vivir historias fantásticas, a través de los personajes que adoptan.
Miguel Toro, de 29 años, conoció este mundo cuando en el año 1993 inició la carrera de derecho en la Universidad Católica de Santiago, donde integró El club de Tolkien, una agrupación que se reunía ambientados en la narrativa del libro El Señor de los Anillos. Torres explica: “Se busca un sitio cómodo y privado para oír el relato del master o narrador, quien lidera y ordena el juego. Dependiendo del juego se elige la raza o profesión del personaje. A través de tiras de dados se otorgan las condiciones y habilidades, como fuerza, inteligencia, apariencia física, potencialidad para hacer hechizos o defenderse en una batalla. Así, la historia se va construyendo con las demás personas. Las temáticas varían de acuerdo a la imaginación (Hombres lobo, vampiros, magos, guerreros…) aunque existen manuales y libros que sirven para orientar las partidas”, puntualiza.
Los juegos de rol tienen varias décadas de vida. Surgieron a mediados de los '60, de la mano de la publicación de la obra de J.R. Tolkien, “The lord of the rings”. Las aventuras épicas fantásticas atrajeron a muchos fanáticos que no se conformaron con leer el libro, sino que buscaron vivirlo en carne propia. Así, se masificó la modalidad y aparecieron nuevos escenarios y reglas. El más importante ha sido "Dungeons & Dragons" (Calabozos y dragones).
El Juego de rol prescinde de acciones físicas o violencia. De hecho las peleas, se deciden lanzando dados, pero algunas temáticas no son recomendadas para todos. Las emociones afloran, y algunos participantes declaran sentir, cómo el vampiro aplica la herida mortal sobre el cuello de una víctima, o la repugnancia y el odio contra el villano. Para Miguel Toro, una de las fortalezas del juego está en el trabajo intelectual que desarrolla cada jugador, el que debe planear estrategias, buscar pistas, interrogar sospechosos, etc, eso lo hace apasionante, explica.
En el último tiempo, la polémica se ha apoderado de este tipo de entretención. Se les acusa de generar comportamientos obsesivos e inducir al suicidio. Sus defensores sin embargo señalan que todo depende del equilibrio emocional de quien juega, ya que el personaje nunca debe volverse más interesante que la vida real.
EL AJEDREZ DEL SIGLO XXI
Hace 7 años un programa de tv, daba a conocer un naipe americano, que en esos tiempos era furor en el mundo. Los chilenos más jóvenes se sintieron inmediatamente atraídos por la baraja coleccionable, que ilustraba imágenes de hechiceros y monstruos en mundos perdidos. Se trataba de las “Cartas Magic”, un juego de estrategia y fantasía, comparado con el ajedrez por la intelectualidad y profundidad que exige . En el juego, se enfrentan oponentes en un duelo, que puede durar horas, y en el cual se pelea por extraer energías de las tierras del contrincante, combatir con criaturas y ejecutar hechizos. Todo ello, en un ambiente pasivo y concentrado en la calidez del hogar o en un local habilitado.
En nuestro país el juego ha prendido con fuerza, y existen miles de sitios donde reunirse para compartir experiencias, intercambiar cartas y competir en torneos. En Chillán, el local Draconia, ubicado en Calle Sargento Aldea 562, reúne a diario a decenas de jóvenes, entre 14 y 31 años.
Felipe Abarzúa tiene 23, estudia geología en Antofagasta. Cuenta que cuando emigró al norte, su hobbie le sirvió como carta de presentación, ya que también allá se realizan competencias y la mayoría de sus amistades conoce los juegos de cartas. Para Salomón Hernández, 21 años y estudiante de Pedagogía en música en la U. Adventista, su interés por Magic va ligado a las exigencias y destrezas que conlleva el juego, “uno tiene que esforzarse por construir un mazo adecuado, saber aplicarlo. Cumplir objetivos, y elaborar combinaciones que representen las mejores técnicas para ganar. Hay mucho de táctica, pero también influye el azar, y eso lo hace más entretenido”, señala.
José Cartes, estudiante del INSUCO Chillán, lleva 2 años jugando Magic. “En un principio –explica- uno asumía el papel del hechicero, que destruye al oponente por medio de conjuros. Con el tiempo se ve más fríamente como cualquier otro naipe, pero de todas formas me gusta. Tengo unas 150 cartas, más de cien mil pesos, en su equivalente en dinero”, comenta.
EL CIBER ESPACIO, LA OTRA SALA DE JUEGOS
El guerrero Traako recupera energía tras la batalla con un orco que lo seguía desde las minas. Su espada brilla con el sol, e ilumina su rostro azulado, típico de la raza de los elfos oscuros. Pablo González, alumno de IV año de Ingeniería Informática de Inacap (2005), saca cuentas alegres, tras la muerte del orco su guerrero ascendió a nivel 40. Traako y Pablo son la misma persona, con la distinción que el primero es un personaje de Lineage II, un juego a través de internet, del cual Pablo es fanático desde que lo conoció hace 3 meses.
Lineage, Y otros similares como Warcraft o Ragnarock, son nuevas formas de entretenimiento que surgen bajo el alero de Internet y gracias a la masificación de la banda ancha. Son juegos en que los usuarios crean un personaje, con las características físicas que se desee, lo visten y lo entrenan virtualmente, con el objetivo de alcanzar ciertas habilidades que permitan vencer en las diversas batallas. El objetivo es derrotar rivales y sumar puntos que sirvan para alcanzar niveles más altos. Cada vez el juego tiene nuevas exigencias, pero al mismo tiempo se vuelve más atractivo, porque plantea el desafío para el jugador, de qué ocurrirá después.
Los videojuegos más recientes, distan mucho del viejo atari o las primeras consolas. De hecho, se caracterizan por tener una gráfica acabado, en 3D inclusive. Donde pueden intervenir muchos contrincantes, conectados desde cualquier parte del mundo y cuyas temáticas, nuevamente hacen referencia a mundos fantásticos, basados en la animación japonesa o el imaginario de Tolkien. Suelen tratar el tema de la muerte con ligereza, y resulta casi natural matar a un enemigo o mil. Para ello emplean todo tipo de armas, desde un garrote hasta afiladas espadas. El cuidado de los personajes llega al punto en que pueden gesticular, correr o nadar de un modo muy natural. Por lo mismo, para alguien impresionable matar un personaje en el juego, podría parecer demasiado real.
Pablo, de 24 años, en ocasiones se amanece jugando. Reconoce que le cuesta dejar de hacerlo: “Me crié con los videojuegos –afirma- desde muy chico tuve acceso a ellos. Pero además me gustan porque la ambientación y los personajes resultan atractivos. Todos alguna vez hemos soñado con ser héroes o tener poderes mágicos, y siento que esos sueños se hacen realidad en el juego, aunque sea una realidad virtual que se acaba cuando me desconecto”, declara.
David Moro tiene 17 años, es colombiano y su personaje TirT es habitual en Lineage II. Juega unas 6 horas diarias, y afirma que lo que más le motiva es la sensación agradable de percibirse como un ser poderoso, con armaduras que resisten mil batallas. Su familia le critica por el tiempo que pasa conectado, pero él asegura que en nada le afecta su vida cotidiana. Reconoce que le cuesta tener amigos, pero en la red se vuelve más sociable.
Según los expertos, los jóvenes que buscan entretención por medio de videojuegos, en el fondo quieren superarse, aprender los trucos, resolver los problemas que se les plantean y buscar soluciones inteligentes. Cada pantalla nueva a la que se enfrentan es un desafío que asumen, buscando la forma de sortear las dificultades a las que se ven expuestos los personajes de turno. Cada pantalla a resolver provoca emociones que pueden ir desde la ansiedad, pasando por la frustración y la rabia hasta la satisfacción y el orgullo de encontrar y develar el resultado final, la meta. El problema surge cuando ven la “vida real” como otra pantalla, volviéndose introvertidos y apartándose socialmente. Llegando a un tipo de ludopatía, en que la persona no puede dejar de jugar.
GAME OVER, ALERTA PSIQUIÁTRICA
El fenómeno podría llegar a tener ribetes patológicos, similares a una adicción, si es que no se logra frenar el impulso por jugar. En esa línea, s on cada vez más las voces que alertan sobre los comportamientos adictivos que generan algunos juegos. Aquellos que hacen apología de la violencia (guerras, atropellos, asesinatos, destrucción gratuita) o con contenidos racistas o sexistas. Estudios británicos sostienen que aquellos juegos de rol o estrategia con contenidos que ensalzan la violencia, por medio de batallas o conflictos de muerte tienden a generar insensibilidad hacia la violencia, tendencia al ensimismamiento, soledad, timidez y, en algunos casos, agresividad.
Según explica el psiquiatra Victor Herrera, “existen una serie de factores genéticos, ambientales, culturales, sociales y de personalidad, que pueden favorecer la aparición de trastornos de comportamiento asociado a los juegos. Estos factores pueden ser detectados y tienen relación con personalidades inestables, antisociales, buscadores de sensaciones o impulsivos. Personas que se identifican fácilmente con grupos, que no tienen una identidad propia y son altamente influenciables”.
Aquellos jugadores que reconocen dificultades para dejar el juego, configuran un comportamiento adictivo que además se caracteriza por la necesidad de aumentar el tiempo de dedicación al juego e incluso por la aparición del síndrome de abstinencia, sienten angustia, nerviosismo, estrés e incluso sueña con el juego. Pero quizá los síntomas más preocupantes tienen que ver con el abandono de actividades que conducen al jugador al aislamiento: despreocupación por las tareas escolares, pérdida de relación con los amigos y con la familia.
Asimismo, que gran número de jugadores sean adultos jóvenes, en edades sobre los 20 años, que estudian carreras profesionales o están insertos en el mundo laboral, pudiera tener relación con el denominado Síndrome Peter Pan. Según explica el doctor Herrera, el fenómeno hace alusión al personaje de cuentos que es eternamente niño y se niega a crecer: “Aquellas personas que tienden a quedarse pegados en alguna etapa infantil o adolescente y no se desarrollan en su personalidad, en su intelectualidad, a pesar de tener una edad cronológica que no corresponde a la edad mental, actúan así por un mecanismo defensivo. Son generalmente hombres que se niegan consciente e inconscientemente a vivir una vida con más responsabilidades, donde tienen que enfrentar una serie de dificultades y sobrellevar los problemas. Adquieren una actitud más pasiva, infantil, dependiente, que utilizan como una protección. Muchas veces a causa de carencias afectivas o de personalidad. No tienen las herramientas suficientes para sobrellevar las situaciones cotidianas y la burbuja los hace sentirse más seguros y tranquilos. En el fondo es una dificultad de adaptación”, explica.
Publicado en Diario La Discusión de Chillán, febrero 2005
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Por Patricia Ferrada Montecinos
Es época de fiestas patrias, es 18 de septiembre. Con frecuencia en estas fechas surge el recuerdo hacia los grandes próceres y los momentos trascendentales que permitieron la Independencia de Chile. Sin embargo, pocas veces la mirada se centra en la historia local y los avatares que debieron sobrellevar las comunidades más pequeñas. El villorrio de Chillán, en las primeras décadas del mil ochocientos, vivía intensamente las disputas propiciadas por los bandos patriotas y realistas (españoles). Éstos últimos, tuvieron en la ciudad un fuerte aliado, que hasta el último momento defendió la causa de la corona española. Se trataba del Colegio de Misioneros y de Propaganda FIDE de Chillán, convento franciscano que se ubicaba en la actual comuna de Chillán Viejo (donde ahora se localiza la Escuela Arturo Pacheco Altamirano).
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Hubo muchos elementos que sazonaron el proceso emancipador en la zona, circunstancias que tuvieron como protagonistas a los frailes franciscanos. Primero, como garantes del poder español, y luego, tras la batalla de Chacabuco, como rebeldes y guerrilleros que en clandestinidad trataron de derrocar el nuevo gobierno. Contradictoriamente, el mismo establecimiento que educó al forjador de la Patria, Bernardo O'Higgins Riquelme, fue un bastión de la monarquía hispana en Chile.
Una misión con carácter de cuartel
Como respuesta al “cisma de la cristiandad” durante el siglo XVI, la iglesia católica se preocupó de crear organismos que mantuvieran convencidos a los fieles. En 1597 nació la “C ongregatio de Propaganda FIDE”, institución a cargo de propagar las creencias y responsable de misionar y fortalecer el catolicismo quebrantado . La orden franciscana se encargó de fundar "Colegios de Propaganda", que formaban religiosos para misionar en América y Asia. A Chillán llegaron el 24 de junio de 1756. Los religiosos provenían del convento de Hebrón en Galicia y desde su arribo se preocuparon de asistir espiritualmente a la comunidad y cristianizar indígenas más allá del Bío Bío.
El actual convento franciscano ubicado en calle Sargento Aldea, es el heredero del Colegio de Propaganda FIDE. Tras el terremoto de 1835 que destruyó la ciudad, y que obligó a trasladar todo el pueblo a “Chillán Nuevo”, el convento Franciscano se erigió en sus actuales dependencias.
El sacerdote de la congregación Alberto Sagredo, conocedor de la materia, expresa que “ El convento de Chillán fue muy importante. Era cabecera de todas las misiones hacia el sur de Chile, y constituía un organismo autónomo, que dependía directamente del rey Fernando VII. Por ello además de la fidelidad a Dios, los sacerdotes de la orden se debían plenamente al monarca español . Durante todo el periodo de guerras de la independencia, el convento tuvo mucha incidencia, porque los padres eran en su mayoría españoles , y el nuevo orden político representaba una amenaza para ellos y sus lealtades”, señala .
En este periodo, los sacerdotes relataban a través de cartas y otros escritos, los principales sucesos y conflictos que debían enfrentar. Documentos que hasta el día de hoy se conservan en los archivos franciscanos. Para los frailes, los patriotas no eran más que “ insurgentes con capa de protectores amantes de la patria, que con el nombre de independientes, se sacudían el yugo suave y dulce de la dominación española ”. Esta posición de los religiosos, fue una de las razones por la cual los franciscanos de Chillán fueron cuestionados por los criollos chilenos, y protegidos por el poder ibérico. De hecho, Chillán fue algo así como un cuartel general del ejército monarquista, donde se exhortaba privada y públicamente el valor y constancia de las tropas.
El padre Alberto Sagredo, comenta cómo a partir de ello, surgió una seria división, que alcanzó a los religiosos, y a la comunidad en general: “ El Desastre de Rancagua, para los franciscanos de Chillán Viejo, fue un gran triunfo. Tanto es así, que los padres tan contentos, montaron un piano en una carreta y salieron por las calles de Chillán viejo tocando marchas y celebrando. Esa situación provocó discordias. Y al revés, tras la Batalla de Chacabuco en 1817, cuando el ejército patriota derrota a los soldados de la corona española, los padres franciscanos son asediados por la muchedumbre, y deben huir del convento, para no ser asesinados o detenidos. De hecho, el convento posteriormente fue asaltado y no quedó prácticamente nada servible ”, indica el sacerdote.
Asimismo, el Colegio de Misioneros y de Propaganda , se convierte en guarida para el ejército realista y quienes huían de la sombra de Carrera u otros patriotas. El profesor de Historia, investigador y académico de la Universidad del Bío Bío, Cristián Leal Pino, ha estudiado con profundidad el tema, y asegura que los franciscanos de Chillán fueron realistas que apoyaron desde el púlpito y en terreno las acciones militares de las expediciones españolas: “ Si pensamos en los auxilios que recibieron los realistas durante la Patria Vieja, podemos destacar ayudas espirituales y materiales, que incluyeron misas, romerías, hospedaje, colchones, hojotas, quintales de pan, resmas de papel para cartuchos, manutención de clérigos y laicos que se refugiaron en el convento por largo tiempo, vino, carne, etc. Además del apoyo logístico, ya que enviaron un capellán para acompañar al ejército español” .
El rechazo de los patriotas: ¡Muera el rey y Viva la patria!
Cuando se estableció la Junta de Gobierno en 1810, sus miembros más radicales consideraron que los misioneros franciscanos de Chillán, podrían ser un preocupante problema, así que fueron constantemente acosados e incluso agredidos por los patriotas. Tales desconfianzas dieron pie para que en octubre de 1811, un decreto de J.M. Carrera suprimiera la asignación económica que España enviaba al Convento. Tal como explica el historiador Cristián Leal, “ El Real Colegio de Propaganda Fide de San Ildefonso de Chillán, durante la Patria Vieja tuvo que ser extinguido al negarle el Congreso Nacional la subvención para su mantenimiento, dado que el Colegio declaró enfáticamente su adhesión al Rey de España, con expresiones como 'profesa, rinde e intima, amor, honor, lealtad más amado del Cielo'… Por esta defensa, en 1818 fueron apresados varios religiosos entre los que se encontraban, profesores de la niñez de Bernardo O'Higgins, los españoles Fray Gis Calvo y Fray Francisco Xavier Ramírez, a quienes el Director Supremo alojó en el Palacio de Gobierno en Santiago, en señal de respeto y aprecio ”, puntualiza.
Otra demostración de las antipatías mutuas, entre realistas y patriotas, tiene relación con las ofensas que los sacerdotes decían recibir, a la buena fama, el honor y el nombre. Algunos inclusive fueron apuntados al pecho con pistola, y amenazados con la muerte si no gritaban: ¡Muera el rey y Viva la patria!
Según consta en los documentos de la época, los padres franciscanos acusaban un "odio formal" que habría desencadenado la patria hacia la comunidad religiosa. Los triunfos patriotas de Chacabuco y Maipú acrecentaron este sentimiento, por lo que una parte de los misioneros huyó a Lima, otros pasaron al sur del río Bio Bío, manteniéndose en la clandestinidad o apoyando abiertamente a las guerrillas realistas. Es el caso del Padre Gil Calvo, quien llegó a convertirse en Capellán de Los Pincheira, de acuerdo a estudios publicados en Argentina.
El padre Alberto Sagredo cuenta que: “Después de la Independencia, casi todos los religiosos españoles fueron expulsados de Chile. Una nueva partida de misioneros que llegaron a hacerse cargo del colegio y los conventos, fueron de origen italiano. Hacia esa época también habían surgido algunos religiosos chilenos, inclusive algunos mapuches, de los cuales se conservan algunas evidencias”.
“Franciscanos mapuches”, En Chillán se formaron los primeros sacerdotes indígenas
La comunidad franciscana alojada en la zona, cumplió numerosas funciones. A las acciones misionales, que los llevaron a cruzar la frontera de Arauco, se suma su labor educadora. Como relata el Padre Sagredo, en Chillán Viejo también funcionó el “Colegio de Naturales”, donde se educaban los hijos de los caciques, que constituían la nobleza araucana. Alcanzando tanta importancia y categoría que algunos hijos de familias ilustres también fueron alumnos, como Bernardo Ohiggins” –señala Sagredo-.
En el Colegio de Naturales, se formaron como sacerdotes un pequeño número de indígenas. Algunos de ellos, abrazaron prontamente la causa independentista. De acuerdo al profesor Cristián Leal Pino, “dos personajes destacan, Francisco Michapichún y Junípero (Francisco) Inalicán, oriundos de Osorno y Valdivia respectivamente. El primero,por encargo del gobierno Republicano, fue responsable de la conversión de pueblos al sur de Chile. El segundo, pasa a Mendoza llegando a ser capellán y conversor de los Pehuenches en Argentina. En este ínter tanto conoce a José de San Martín, quien le solicita convencer a los indígenas para que ayuden a cruzar los Andes, como parte del movimiento independentista de Chile. Bernardo O'Higgins, siendo ya Director Supremo, concede Licencias a ambos religiosos para que pasen a la ciudad de Mendoza “en solicitud de órdenes sacras”. Esto en reconocimiento por haber servido generosamente a la Patria como Capellanes Castrenses del Ejército Unido Libertador”, deatalla Leal.
Los tesoros que Chillán perdió
Con una presencia de doscientos cincuenta años en la zona, los religiosos del convento franciscano han aportado de diversas formas a la comunidad local. Los documentos que avalan la existencia y el actuar de los padres se conservan hasta el día de hoy en el archivo franciscano. Casi tres siglos de historia que pueden ser revisados y estudiados por quienes manifiesten interés. Un tesoro de incalculable valor que hasta el año 1995 se guardaba en Chillán, pero a causa de los robos, por seguridad y para preservarlos, debieron ser trasladados al Convento Franciscano de la Alameda, en Santiago.
El padre Alberto Sagredo explica que el archivo fue llevado a Santiago a la Casa Central, donde sí se dan las condiciones para la conservación. De tal modo, todo lo concerniente a documentos y escritos de la Provincia de la Santísima Trinidad (Chile), se resguardan en un único sitio. “Nosotros mantenemos en el Museo de Chillán, algunos elementos y utensilios de la época del Colegio de Misiones, fotografías, alhajas religiosas, y la gran biblioteca, con más de tres mil libros, en desuso, que en la mayoría de los casos, datan del siglo XVIII. Pero documentos originales de los frailes del convento, ninguno”.
El archivero del Museo Franciscano de la Alameda, padre Rigoberto Iturriaga, considera que llevar los documentos de Chillán a Santiago fue una acertada decisión. “En Santiago hemos tenido las facilidades para empastar, digitalizar y publicar muchos de los textos. Publicamos una serie de cuadernillos, que ya van en el número 84, donde se recogen los principales manuscritos que se guardaban en el Convento de Chillán. Hay que decir, que los documentos pertenecen a la orden, no a la ciudad de Chillán, por lo tanto, con propiedad podemos disponer de ellos”, afirma.
El padre Iturriaga se ha dedicado no sólo a conservar el material, sino también a investigar y publicar sus estudios. Cuenta que en Chillán, se encontraron principalmente Crónicas conventuales, cartas, y descripciones, que han permitido reconstruir muchos momentos históricos. Además han concitado el interés de académicos y estudiantes universitarios. Cada día, el archivo Nacional de la Orden, es visitado por investigadores, motivados por conocer e indagar, y se les dan todas las facilidades para ello.
El sacerdote que le puso alas a los cañones
Muchos religiosos de la orden franciscana abrazaron la causa patriota. Uno de ellos fue Fray Luis Beltrán, quien Se nombró sacerdote el mismo año que se formaba la primera Junta de Gobierno. Su actuar estuvo marcado por hazañas en el campo militar. Según cuenta Cristián Leal, se le considera el creador de la maestranza del ejército, porque tuvo una activa participación en el apertrechamiento de tropas chilenas.
Mientras se preparaba el Ejército Libertador de Los Andes, en Mendoza, gracias a la confianza de San Martín y O'Higgins, sirvió de capellán. Su capacidad le permitió equipar el ejército, fabricando los cañones y “poniendo alas” para que pudiesen atravesar la cordillera. Justamente, una de sus hazañas tiene que ver con el traslado de pesados armamentos desde Argentina a Chile.
Cuando el ejército patriota pierde casi todo su equipo por el desastre de Cancha Rayada, será el encargado de fabricar balas y cañones, para la batalla definitiva de Maipú. Por ello el Gobierno de Chile le concede medalla de plata y le declara “heroico defensor de la nación”.Luego, se embarca para Lima en la Escuadra Libertadora, tras haber equipado totalmente las fuerzas expedicionarias. Allí recibe la asociación a la Orden del Sol del Perú.
Pero la gloria y reconocimientos tuvieron sus repercusiones. El Ministro Provincial, fray José de Guzmán y Lecaros, usando las facultades expulsa a varios religiosos por distintos motivos, entre ellos el Padre Luis Beltrán por haberse enrolado en el ejército que salió para Lima.
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